“Hey, soy Robert, hago fotos, soy piscis, y enneagram 7. Confieso que cuando era pequeño no soñaba con ser fotógrafo de bodas. Hay quien nace con la vocación bajo el brazo, pero en mi caso, la vocación fue la que se topó conmigo. La culpa la tuvo una cámara con un carrete sin revelar, desde hacía doce años. Estaba en plena adolescencia y la curiosidad pudo conmigo.”

Robert empezó una afición que al final, le llevó a romper con los proyectos profesionales que tenía planeados y le convirtió en el fotógrafo de bodas que es ahora.

Y ya, casi sin darse cuenta, lleva más de diez años colándose en la vida de muchas personas, viviendo junto a ellos momentos alucinantes. Confiesa que se siente súper afortunado de tener el trabajo que tiene. Aparte de estar 100% focus en mejorar su trabajo cada día, tiene una mente súper inquieta, que siempre encuentra un hueco para nuevos estímulos y aprendizajes. Por su forma de ser, no le gustan los moldes, ni en fotografía, ni en la vida en general. Huye de las cosas más típicas porque cree que son como un corsé que no te deja crecer.

Como podréis imaginar, no es fan de las fotografías aburridas y busca que cada reportaje hable de cómo son las personas que tiene delante de su cámara.